domingo, 22 de abril de 2012

EL MOMENTO DE GUERRIERI

La demostración de madurez de Esteban Guerrieri, que han sido en las tres carreras que se llevan corridas del campeonato de IndyLights, vale más que los apenas tres puntos que lo separan de Sebastián Saavedra en la tabla de posiciones, e incluso más que la victoria misma del domingo en Long Beach. Mientras los demás pilotos hacían ensayos de pretemporada, el argentino estaba en Buenos Aires sin saber siquiera si podría correr.

Y apenas una semana antes de St. Petersburgo todo se resolvió y viajó para una prueba única en Barber Motorsport, antes de comenzar el campeonato. Aunque tenía la información, ahí se enteró cómo era ña nueva goma para éste año, de aparente mayor degradación a la que él conocía de 2011. La experiencia acumulada con Tim Neff, su ingeniero del año pasado que nuevamente tiene en el equipo de Sam Schmidt Motorsport, lo llevaron a ser cauto en las primeras carreras.

Guerreri pudo tomar más riesgos para pasar a Tristan Vautier en St. Pete, pero eligió asegurar los buenos puntos de ser segundo a perderlo todo por pasar a su joven y ultra veloz compañero de equipo francés. Todavía no lo conocía, no sabía cómo respondería a un ataque rueda a rueda. En un callejero, intentar una maniobra ajustada con un rival de poca experiencia con el auto y del cuál no conoces siquiera su estilo para pelear una maniobra, es asumir un riesgo demasiado alto. Es cierto que en la primera parte de la carrera fue conservador con los neumáticos, pero todavía no tenían una sola referencia de su desgaste tras una carrera completa.

Ahí empezó a notar que se caía el rendimiento pero quizás luego se estabilizaba. En Barber, el único autódromo convencional del calendario, no pudo usar su último juego de neumáticos en clasificación y quedó cuarto. No desesperó. Nuevamente salió a correr conservando caucho para la segunda mitad de carrera, y cuando empezó a apretar, pasó a Carlos Muñoz por el tercer lugar y se fue descontando un segundo por vuelta sobre Vautier y Saavedra. Un Pace Car los juntó a pocas vueltas del final y su ataque era evidente, pero otro accidente volvió a neutralizar la carrera hasta el final y se quedó con las manos atadas, aunque con otro valioso podio, ésta vez, tercero.

¿Qué se esperaba más de Guerrieri en esas dos carreras? Si, naturalmente, porque no sólo no ganó, sino que tampoco hizo la Pole Position en ninguna de ellas. Pero las circunstancias a veces no permiten que alguien ponga el 100% y eso le ocurrió. Como dijo después de ganar en Long Beach, hasta que “no sintiera el auto bien abajo, en el culo, no podía ir al límite”.

Eso es madurez. En Long Beach se vivía un clima especial. Ya con referencias claras de la goma, Esteban sabía que podía apretar más, ya sabía que los dos grandes rivales son Vautier y Saavedra, y el primero, dentro del equipo, como ocurrió con Josef Newgarden en 2011. Pero como Long Beach es la última carrera de IndyLights antes de Indianápolis, también era especial por eso. Sam Schmidt anunció que tiene un segundo auto para Indy 500 el 27 de mayo, y que parte del patrocinio está también. Sin ponerlo en palabras, Esteban sabía que una demostración de fortaleza y contundencia podía ser clave para defender sus posibilidades de correr ese Dallara DW12 número 99 en las míticas 500 Millas de IndyCar. Al menos lo que él tenía que hacer era eso, después si el dinero aparece o no aparece, ya escapaba de sus manos.

Empezó perdiendo la única tanda del viernes asentando piñon y corona al comienzo e imposibilitado de girar luego por un aguacero que detuvo la actividad por el resto del día. El sábado, con sólo una tanda para entrenar antes de la clasificación, salió a ver cómo estaba “la chueca”. Hizo un cambio, y al volver a pista intentó un stint largo, de más de cinco vueltas. En cada una iba más adentro en las frenadas, y aceleraba antes a la salida de las curvas. Venía rápido aunque indócil y al tocar fuerte un fleje que apenas rozaba en las vueltas anteriores, y que se usa de piano interno para una zona muy ancha, perdió la cola, contravolanteó y salió contra las gomas de protección. Fin de la tanda, y a clasificar crudo.

La procesión iba por dentro. Pero en clasificación no se notó para nada. Porque a mitad de la tanda desplazó a Saavedra de la Pole y se instaló en el primer lugar con cierta claridad. Al final de la tanda, su joven compañero Vautier, salió a romper los relojes y lo logró, pero rompió también el auto contra la pared, justo delante de Guerrieri, que tuvo que abortar la vuelta de defensa del “uno” que acababa de perder en manos del francés. Vautier, sabiendo que si provocaba una bandera roja o amarilla en toda la pista, perdería esa Pole que había obtenido antes del accidente, quiso seguir a boxes todo roto.

Quedaba un minuto, Guerrieri ya no podía abrir vuelta, pero Saavedra lo hizo justo, con menos de 20 segundos para la bandera a cuadros, y les arrebató el primer lugar. Vautier fue sancionado y Guerrieri recuperó un sitio en la primera fila de largada para la final. Entonces vino el trabajo de cirugía que Guerrieri y Neff habían planeado. Eligieron correr con baja carga aerodinámica para poder pasar a Saavedra y contenerlo en la recta principal, a riesgo de gastar más las gomas traseras, que ya habían conocido un poco más.

El plan fue perfecto porque Guerrieri arriesgó todo en la curva uno para quedar delante del colombiano y lo hizo. Entonces comenzó a construir una diferencia que llegó a los 3”2/10 antes que un Pace Car los volviera a juntar. Nueva demostración de aplomo del argentino. Reiniciar con menos carga aerodinámica tenía un riesgo en sí mismo. Las gomas no calentarían tan rápido por falta de apoyo contra el piso. Había que ser cuidadoso para que Saavedra no pudiera tener siquiera posibilidades de intentarlo. Y salió bien.

Rápidamente Guerrieri le hizo un segundo en la primera vuelta, y desde esa distancia, lo dejó venir sin cometer errores. Ambos marcaron récord de vuelta, y la distancia fue varias veces de 6/10 a 9/10. Hasta que a cuatro vueltas del final, Saavedra, ya sin gomas y con poca carga por estar demasiado cerca de Guerrieri, cometió un error y perdió 8/10 juntas. Ahí Guerrieri, frío como un témpano, aceleró y llevó esa distancia a 1”3/10, 1” 7/10, 1” 8/10 Y 1”9/10. Remató la carrera y se llevó la victoria. Saavedra lidera el campeonato por 2 puntos sobre Vautier y 3 sobre el argentino.

Los tres son rápidos, y están en distintas situaciones. Saavedra viene de correr dos temporadas en IndyCar, o sea que tiene mucho feeling con la potencia y los óvalos. Vautier tiene muchísima velocidad, es el campeón de Star Mazda 2011 con cuatro victorias y Top 5 en todas las carreras del año, está subiendo un escalón y aunque conoce las pistas, está conociendo la potencia de IndyLights. Guerrieri tiene un año de experiencia en ésta misma categoría, con éste mismo auto, en estas mismas pistas.

Quienes lo vieron, dicen que en Long Beach, Guerrieri pasó más tiempo que nunca con su ingeniero, de hecho, ese tiempo era de abstracción completa para dedicarse al trabajo técnico y ni siquiera llevaba su teléfono móvil. Sabe que tiene dos grandes rivales y debe derrotarlos. La ilusión de Indy500 la tiene pero no parece desvelarlo. Su objetivo tiene que ser el título de IndyLights como máxima y completa prioridad, y parece mentalizado para ello.

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