miércoles, 25 de enero de 2012

LO QUE DEBERÍAN SABER, QUIENES PUEDEN APOYAR A GUERRIERI


Esteban Guerrieri vive horas decisivas. Si no consigue el apoyo económico para firmar contrato con KV Racing en los próximos días, su proyecto de dar el salto de IndyLights a IndyCar quedará en eso, un proyecto. Será otra frustración para él, pero también lo será para el automovilismo argentino en general, que no ha conseguido proyectar pilotos al más alto nivel mundial a pesar del enorme talento que tengan, y sostenerlos en el tiempo. El último fue Carlos Alberto Reutemann entre 1969 y 1981.

Pero el problema, que ya es recurrente y cansador para todos, debería mirarse tal vez desde una óptica distinta, y entonces, sólo entonces, quizás se podría empezar a generar el cambio que devuelva a nuestro país a ese sitio de reconocimiento internacional del que todavía vivimos gracias a Juan Manuel Fango, Froilán González y el propio Reutemann.

El problema, veámoslo de una vez por todas, es el objetivo que se persigue. La Fórmula Uno es absolutamente inalcanzable, duele escribirlo, duele pensarlo, duele asumirlo. El mercado al que se debe apuntar es Estados Unidos, en principio por la más simple de las cuestiones, el dinero, pero después, porque todo en el automovilismo americano es diferente y accesible.

Mientras en Fórmula Uno, un equipo necesita 300 millones de dólares para una temporada, en IndyCar se necesitan como mucho 30. Pero más allá de ese detalle tan ínfimo (increíble diría yo), el mercado americano devuelve parte de ese presupuesto con creces, potencia el negocio, paga premios en dinero, permite cierta paridad… da oportunidades.

José María López necesitaba los famosos u$s 8.000.000 que consiguió, para correr con un auto que, de existir, hubiera peleado por no ser el último de la grilla en cada Gran Premio de Fórmula Uno.

Esteban Guerrieri necesita u$s 5.000.000 pero para subir a un auto que técnicamente puede estar entre el 10mo. y el 20mo. puesto, y potencialmente más arriba aún. Sólo la experiencia con los chasis nuevos que nadie conoce aún con profundidad, lo rápido que se puedan adaptar sus técnicos a la puesta a punto ideal, y lo capaz que sea el piloto de interpretarlo, son las limitantes para que pueda pensar en mejorar del décimo en alguna carrera. La capacidad y la experiencia, Guerrieri las tiene, necesita la posibilidad.

Pero por si hiciera falta agregar algo más, para que se entienda que no sólo se trata de apoyar a un deportista de elite para que sea un embajador en el mundo, sino que se esa inversión además paga dividendos económicos concretos, tangibles y cuantificables, hay que explicarle a quienes tienen la posibilidad de hacerlo, que invertir en IndyCar tiene también la incomparable posibilidad incluida de correr Indy 500, la carrera de autos más antigua del mundo, la única que se corre hace 100 años, el evento deportivo que más espectadores nuclea en un solo lugar en todo el globo.

Para tener una idea de lo que es Indy 500, las cifras hablan solas. La carrera lleva un mes de preparación desde que comienzan los entrenamientos hasta el día de la carrera. En ese mes, pasan por el circuito de Indianápolis 2.500.000 de espectadores, que no sólo presencian los ensayos, y las clasificatorias que eliminan el excedente de autos que se inscriben para definir los 33 que largarán, sino que además consumen merchandising de los pilotos. Y vale repetirlo, son 2.500.000 de personas que consumen IndyCar en un mes. ¿Se dan cuenta lo que significa?

Durante ese mes, se emiten 20 horas de televisión a todo el mundo, y el día de la carrera, asisten nada más ni nada menos que 450.000 espectadores a las gradas. Ningún otro evento deportivo en el mundo lo puede igualar.
Las 500 Millas de Indianápolis son además, el evento de mayor extensión de tiempo que se desarrolla en un mismo día entre todos los deportes en todo el mundo, y que se transmite por TV a 100 países en directo de principio a fin.

Sólo en Estados Unidos, las 500 Millas se ven en 4.800.000 hogares, no personas, sino hogares, y el retorno publicitario directo de acuerdo a la cantidad de segundos de primeros planos de TV en los que se pueden leer las marcas que patrocinan los autos de la punta de la carrera, han sido reportados oficialmente en unos u$s 8.000.000 para las últimas ediciones de la competencia.

La tecnología colaboró mucho para que esto ocurra. La impresión de imagen, el modo en que se denomina a la percepción del espectador de una marca en una pantalla de TV, creció un 56% gracias a las cámaras on board en las carreras de IndyCar, compensando el problema que un monoposto siempre causó para sus sponsors por tener una menor superficie en la que colocar las marcas.

Estar presente en Indy 500 para algunas marcas es tan importante, que justifica la inversión completa de su presupuesto en un equipo para toda la temporada. Ganar esa carrera es tan trascendente que tras 20 años de ausencia, Firestone que invirtió u$s 30.000.000 en desarrollo de neumáticos para entrar a IndyCar con la sola finalidad de ganarle a GoodYear las 500 Millas de 1995.

Mientras seguimos pensando en la Fórmula Uno porque la mística así lo demanda, todos los pilotos brasileños que entendieron que el negocio no funcionaba en Europa porque Ayrton Senna había sólo uno, se fueron a IndyCar. Helio Castro Neves, por ganar tres veces las 500 Millas de Indianápolis solamente, ganó en la última oportunidad, en 2009, nada menos que u$s 12.000.000. Desde Emerson Fittipaldi, pasando por Nelson Piquet o Mauricio Gugelmin, y terminando con Castro Neves y Tony Kanaan, todos entendieron que ese era el camino.

A pesar de haberse ausentado varios años, la propia Fórmula Uno está reinstalando dos Gran Premio en Estados Unidos otra vez. Ferrari vende más autos en Estados Unidos que en ningún otro lugar del mundo. Y por si algo faltara, Europa está en crisis con la economía resentida. El automovilismo deberá cambiar sí o sí, y en Estados Unidos ya cambió.

Tenemos otra magnífica razón. Argentina es codiciada como destino turístico, y como proveedora de alimentos a nivel mundial. Es un prestigio que no hace falta alimentar. Existe. Poner la marca Argentina en el máximo nivel del automovilismo norteamericano es llevarla al verdadero mercado de consumo que lo va a apreciar, que le va a prestar atención, que lo va a consumir. Los pilotos americanos no son carismáticos, los latinos sí, y más allá de tener una comunidad latina enorme, el americano se hace fanático de los carismáticos rápidamente.

En el "Parade" previo a cada carrera de IndyCar, una formal presentación de los pilotos delante del público, las mayores ovaciones se las han llevado siempre los brasileños, de hecho, Helio Castro Neves inventó la curiosa forma de festejar trepando como el hombre araña al tejido de la recta principal, como una devolución al público que se enfervorizaba con sus victorias. Todo eso se traduce en venta de merchandising. El negocio es otro. El futuro parece estar ahí, y no más en Europa.

Quizás, lo que está pasado es que los argentinos tenemos que dejar de mirar para el viejo continente. Europa es caro, inalcanzablemente caro, y la Fórmula Uno ya es más que un sueño, una pesadilla. Seguirá siendo siempre la más maravillosa, mística y añorada, pero que la melancolía no nos gane.

Estados Unidos está al alcance de la mano. Esteban Guerrieri está parado en la puerta y necesita el empujón para entrar. Si entra, se queda. El sistema lo adoptará. La escalera es posible.

Hay un argentino, Ricardo Juncos, que se fue en el año 2003, cansado de intentar sin éxito, vivir con su equipo de automovilismo en nuestro país. Empezó de abajo, con los karts. Ganó 19 campeonatos regionales y nacionales en Estados Unidos. Pegó el salto a la Star Mazda, categoría de monopostos inferior a IndyLights. En su primer año fue subcampeón y en el segundo ganó cómodamente el título con Conor Daly. Para 2012 subió otro escalón más y armó su propio equipo de Indy Lights.

Juncos dice que con u$s 450.000, el mismo presupuesto con el que un joven piloto de 20 años se sube a un TC2000 en Argentina, se corre un campeonato completo de Star Mazda, y si lo gana, tiene casi la mitad del presupuesto en premios para saltar a la categoría siguiente. Su equipo está completo, tiene llamados de pilotos brasileños, y hasta un acuerdo para llevar pilotos de Chile a iniciarse en el automovilismo americano. Ningún argentino. ¿Quieren ver más? www.juncosracing.com

Si Esteban Guerrieri consigue entrar en IndyCar será el sueño cumplido, pero si no entra, se tiene que quedar en IndyLights un año más. Tiene todo para ser campeón y si lo logra, tendrá más experiencia, más fama, más reconocimiento popular y sobre todo, u$s 2.500.000 para saltar a IndyCar como premio por su título.

¿Qué se le pasa la edad? No, para nada. Darío Franchitti tiene 38 años, Esteban 26. Para venir a correr en Argentina en TC2000 tiene mucho tiempo. Ojalá no haga falta que lo tenga que pensar, pero si así fuera, volverse quizás sería lo peor que le podría pasar a su carrera deportiva, y seguramente será lo peor para el automovilismo argentino de exportación. La puerta está abierta, ojalá no se cierre.

Nota: Las cifras publicadas en el artículo son oficiales de investigaciones privadas y oficiales de IndyCar, consultadas y chequeadas en varias publicaciones. La foto que acompaña la nota, es una simulación del Hospitality que podría tener el KV Racing de IndyCar en 2012 con Guerrieri como piloto.

3 comentarios:

  1. 100% d acuerdo diego. Aca se organizaron muy bien los tilingos d siempre para tener sus categorias-negocios armados y perdimos la F3-Sudamericana. Me hubiese gustado ver un Werner seguir en formulas pero ya se jubiló d joven con tc, tc2000.

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  2. El valor de todo, el precio de la nada
    Hola Diego, la verdad que deja un sabor agridulce lo que pasa con el WRC. No estaba al tanto de la venta y demás detalles, tu blog me llevo a estas reflexiones.-
    La categoría rally siempre me gusto porque en cualquier nivel que se desarrolle, me resulta muy completa en todo aspecto; no se destaca el piloto sino tiene un buen copiloto, además de tener una buena asistencia técnica en su equipo, acompañado de un buen presupuesto y surtido de una buena logística que nutra las estrategias programadas para cada carrera.- Pero falta un elemento en común a todos los participantes: EL RELOJ.-


    Siempre deberán vencer al tiempo, y allí, todos los componentes mencionados se tornan inocuos ante el abstracto rival, si no vienen juntos de la mano é incluso, hasta empujados de un toquecito de suerte, que como en todos los ordenes de la vida, suele llegar o faltar cuando menos se la espera.-

    La estrategias suelen ser estudios minuciosos contemplando la mayor cantidad de variables que una cosa ó elemento puede sufrir, arrojando por mínimas diferencias resultados bien dispares.-

    La venta de los derechos de difusión del WRC, tal vez se pensó en mayores réditos económicos y/o publicitarios ó vaya uno a saber, en mi caso, como mero seguidor a través de los medios de dicha categoría cuales habrán sido su real origen.-


    En fin, y con los resultados a la vista, el WRC transitó un sinuoso é irreconocible circuito que termino en un callejón sin salida y con la caja de cambios rota que impidió poner reversa y al menos, conformarnos con “dar la vuelta”.-

    El automovilismo nacional esta en pleno uso del “laboratorio”.- Veremos que sale de allí.-

    En lo personal, si bien en su momento me resulto “atractivo” ver cámaras on-bord, cuando se comenzó a “abrir” la radio a los espectadores, no me gusto; entendía que la “intimidad” de piloto-equipo, códigos-estrategias, debían quedar en ese ámbito, y como espectador ó publico esta bueno “no saber todo”, se mantiene la magia é incluso les permite “vendernos” algo más del show.-

    El efecto boomerang, tarde o temprano dice presente.-

    En 2011 el automovilismo nacional tuvo escenas tan radicales y estruendosas como irreparables.- El autazo de Ugalde en Mar de Ajó, que dijo “basta” faltando “nada” para el final.- El auto de Ponce de León; el fin del LSG; el callejero de TC 2000; El “palo” de Canapino; escándalo en la definición de la Formula Renault plus; la expulsión de Cuervo; el nacimiento del GPG Racing; los cambios de motoristas de Rossi; la no “primera victoria” de Giallombardo en Paraná; primer triunfo de Falaschi en Top Race; el apuro por terminar Balcarce; el dolor en la “barrosa”……

    Quienes puedan esquivar el boomerang lo harán, quienes no, sólo pondrán su mejor cara y el discurso con las declaraciones “políticamente” correctas, anhelando, como al terminar el secundario “que no se corte”.-

    A escasas semanas de comenzar el calendario las fichas se mueven en silencio y no tanto. El TC2000 con los V8, los circuitos a definir del TC, la creación de nuevos equipos, y la ausencia de otros, pareciera ser que las más acertadas son las promotoras que ya tienen el paraguas a mano “por si llueve”.-

    Mientras tanto Mauro Giallombardo fue a “probar” un Nascar a E.E.U.U., aun se regurgitan sabores desencontrados de aquel amargo “Paraná”, que sólo el joven de Bernal sabrá “que pasó” por su cabeza y oídos, para la “levantada” más inexplicable de quien se siente, se proyecta y se llama a ganador.-

    La tribuna y el hincha común del automovilismo, puede entender según los tiempos que corren, pero no perdona ni olvida, y a riesgo de haber plantado un mojón en su propia vida deportiva a nivel nacional, el “cara de ídolo” en un hábil movimiento de cintura, buscará su futuro en otros pavimentos, donde la pasión pasa por el bolsillo y por la parafernalia grandilocuente del show, y donde la venta al mejor postor, siempre tiene un “SI SEÑOR” disponible.- Good bye.-

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  3. Estimado Diego: Como siempre, una clara y acertada descripción de una realidad ya habitualmente dura para nuestros pilotos.
    A medida que pasan los días y el apoyo no se concreta, nubes negras se ciernen sobre esta posibilidad. El deseo de Barrichello de sentarse en esa butaca se incorpora como un nuevo factor en esta carrera contra el reloj en busca de aportes. De haberse conseguido a tiempo el contrato estaría cerrado y los demás mirando de afuera.
    Es demasiado frustrante y poco comprensible esta situación demasiadas veces reiterada. Tenemos pilotos superlativos y dirigentes mediocres, incapaces de ver lo que suma una presencia internacional a un costo infinitesimal respecto a dilapidaciones habituales.
    Espero que suceda el milagro y no tengamos que ver las cosas una vez más "con la ñata contra el vidrio".

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