jueves, 6 de octubre de 2011

NO LO TOMEN MAL, ES UNA CRITICA CONSTRUCTIVA

La instrumentación del hoy ya “famoso” Súper 8 en la carrera de Junín, dio que hablar a la prensa y a los propios protagonistas, más de lo habitual. Aunque no fuera eso lo que se buscaba sino ofrecerle a la gente un nuevo espectáculo que haga más entretenida una carrera de TC2000, no deja de ser un aspecto positivo. El otro punto positivo fue que se aportó una novedad a las carreras, algo distinto, que es generar expectativa por duelos mano a mano entre dos pilotos, algo que no se puede ver en pista con frecuencia.

Pero como se dijo en ésta misma web una semana antes de Junín, una buena idea, aplicada en mal momento o lugar, quizás puede no resultar todo lo buena que podría. Veamos que pasó.

A muchos de quienes tienen voz pública, le gustó el Super 8, y a unos cuantos, aparentemente los menos, no les pareció gran cosa. Lo curioso fue que quienes piensan que fue bueno, lo defendieron resaltando el interés que mantuvo todo el tiempo en los boxes, y que al momento de cada largada, no “volaba una mosca” en la zona, porque todos estaban pendientes de la largada. Lo que resaltaron fue el clima de tensión que se vivía, era único.

Se suponía que la defensa debía estar basada en la emocionante lucha por ganar cada llave, en los duelos en la pista, las maniobras y hasta en las fricciones, y no en el clima que se vivía en los boxes.

Objetivamente, algo no funcionó del todo bien, y esto no significa que la idea no sea buena sino que, efectivamente, quizás no se hizo dónde, cuándo y cómo debía hacerse. De las siete llaves sólo en dos de ellas hubo emoción, la de Spataro y López, y la de Canapino y Silva. Las restantes cinco no generaron demasiado.

El concepto es el mismo que se aplica a lo entretenidas o aburridas que pueden ser las pruebas de clasificación de un sábado cualquiera de automovilismo.

Que sea entretenido para quienes ocupan los boxes, o peor aún, para quienes están en la isla de boxes con un monitor de tiempos que marca cinco parciales, no necesariamente significa que así sea para quienes están siguiendo esa clasificación en el resto del mundo.

¿Acaso el público entiende lo que está pasando al ver a un auto girando delante o detrás de otro en una pista cuando en realidad no pelean entre sí, sino contra el reloj? No.

Cuando se piensa en un evento que sea atractivo para el público, lo que se debe hacer es encontrar algo que tenga valor visual, que no necesite explicaciones o relator, sino que simplemente ocurra. Por eso, la idea del Súper 8 es buenísima, porque enfrenta a dos pilotos cara a cara, o auto a auto, a tratar de vencerse mutuamente en sólo una vuelta.

¿Contradictorio? No. Eso fue lo que falló en Junín. Y por eso tiene más valor lo que se planteó antes de la carrera. Donde y cuando, era la clave. Y Junín no parecía ser ni el Dónde, ni el Cuándo, ideales. Pero tampoco es grave. Solamente nos privó de conocer el sistema en su total dimensión. Y eso es lo que generó ruido.

“Crítica constructuva”, es el título de la nota. Y como la idea es buena y vale, con ese espíritu van algunos comentarios:

Punto 1: Elegir en qué circuitos hacerlo. Probablemente elegir una pista de mínimas posibilidades de sobrepaso sería ideal, porque entonces ganar un puesto en el Súper 8 será vital para el resultado final. Resistencia, Chaco, podría ser el lugar ideal. Si se elige un circuito como Termas, donde los autos se pueden pasar en varios sectores, clasificar adelante será menos importante, y por lo tanto, la intensidad de la pelea en el Súper 8, menor.

Punto 2: No agregar ninguna alternativa extra a la carrera. La detención en boxes fue mucho más importante que el puesto de largada para el resultado final. Mariano Werner, Leonel Pernía y Matías Rossi, ganaron en los boxes, lo que habían perdido en clasificación. Y salvo los tres primeros, quienes fueron al Súper 8 cayeron justamente por la parada en boxes. Entonces queda comprobado que el Súper 8, no es compatible con una carrera que tenga una detención obligatoria en boxes.

Punto 3: Largar en la primera sección de la recta y no en el final, de ese modo, tendrá mucha más intensidad la pelea antes de llegar a la primera curva, y permitirá reaccionar a quien va perdiendo la picada, con una maniobra tipo “tijera” al momento de frenar, o un cambio de radio si elige cambiar de lado de la recta para sorprender. En Junín no hubo tiempo de nada, largaban y en tres segundos ya estaban doblando.

Punto 4: El más obvio, dicho por los pilotos. Eliminar la cuenta regresiva y largar con una luz única que se apague sin poder adivinar en qué momento. Complementariamente, colocar otro tipo de sensor de movimiento, similar a los de las picadas, que detectan movimiento de las ruedas, en lugar de poner sólo una línea por la cual pasar.

Punto 5: Más conceptual. Consultar a los pilotos. Ellos serán quienes puedan aportar su visión para mejorarlo. Nadie se había dado cuenta que se podía adivinar el cero de la cuenta regresiva, nadie se había dado cuenta que el auto debía pararse exactamente al límite de pasar el haz de luz del sensor, nadie se aseguró de poner una cámara lateral con una referencia de la línea y la trompa de los dos autos, como hacen los americanos en los óvalos, para determinar con un Photo Finish, quién pasó antes en un eventual empate visual.

“Es fácil decirlo con el diario del lunes”, será una respuesta rápida de muchos. Algunas cosas se dijeron antes, y otras no. Y probablemente como todo se hizo sin tiempo, no se le haya podido prestar la suficiente atención. Por eso el tono, la espera para escribir estas líneas, y las propuestas.

La crítica constructiva es siempre positiva. Nadie es perfecto y todo se puede mejorar, siempre. Especialmente después de una primera vez. Uno no debería pensar tanto antes de decir cómo ve las cosas, si la visión no es positiva. Quizás haya mucha susceptibilidad.

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