miércoles, 12 de octubre de 2011

VETTEL DEBE IRSE DE RED BULL


Decir que Sebastian Vettel será el nuevo fenómeno de la Fórmula Uno podría ser la noticia más fácil del momento en la “máxima”. Claro que tiene la argumentación de la estadística a favor, porque no sólo es bicampeón, sino el más joven bicampeón de la historia. De todos modos es la noticia fácil.
La pregunta sería ¿Cuán bueno es Vettel realmente?

No hay cómo saberlo. Las comparaciones son odiosas e injustas. Vettel no tiene la culpa de haber nacido en ésta época de pilotos “asistidos” tecnológicamente, pero así ocurrió. Corre con un auto perfecto y esa perfección lo expone. Su talento corre riesgo de ser eclipsado por el poderío de la herramienta que posee.

Vettel, como Schumacher, Alonso, Button y Hamilton pertenece a una época distinta a Fangio, Clark, Stewart, Lauda, Prost o Senna. ¿Es justa esa diferenciación de poner a los pilotos de los años ‘50 a ‘90 de un lado, y a los del 2000 al 2011 del otro?

Si tomamos la llegada de la electrónica a la Fórmula Uno, pareciera que sí, porque aunque cada época tuvo sus diferencias respecto a las anteriores, basta una muestra que los unía a todos en el mismo equipo: el volante era siempre similar. Hoy el volante de un F1 es un auténtico procesador de datos y comando de múltiples funciones. Antes sólo servía para dar dirección a las ruedas.

Fangio, Clark, Lauda, Prost o Senna, no supieron lo que es acelerar a fondo y que el auto no patine porque una computadora lo controlaba. Ni tampoco supieron lo que era que la fuerza G lateral fuera compensada por un ordenador que nivelaba el auto para que quede perfectamente horizontal en lugar de inclinarse hacia las ruedas externas. Ellos derrapaban, patinaban sus ruedas si aceleraban de más, manejaban con la punta de los dedos en la lluvia, y bajaban la mano derecha del volante para hacer un cambio con una palanca al lado de su pierna. Eso los une a pesar de los 40 años que separaron al primero del último.

¿Pero es justo únicamente marcar el desarrollo de la electrónica como el salto tecnológico que determinó el fin de una especie de campeones y el comienzo de otra? En casi todos los casos sí, pero científicamente podría decirse que no. Porque hubo un par de casos donde fue la aerodinámica la que marcó su huella:

Mario Andretti se consagró campeón en 1978 con el Lotus ’79, que tenía el conocido efecto suelo, un diseño de ala invertida de su piso que pegaba la carrocería a la pista. La velocidad de curva de ese auto era sencillamente asombrosa. No tuvo rivales, salvo su compañero de equipo Ronnie Peterson, quién quedó como subcampeón post mortem sin sumar puntos en las últimas tres carreras del campeonato.

Jenson Button es el otro ejemplo. Su título de 2009 puede haber sido una enorme satisfacción, porque venía de casi quedarse sin trabajo, y con un equipo modesto y falto de resultados, pero tuvo un auto de otra categoría, que tenía el doble difusor trasero capaz de generar un donwforce superior al resto. Tampoco tuvo rivales, a excepción de Rubens Barrichello, su coequipier en Brawn GP.

El destino de ambos campeones fue distinto. A pesar de ser carismático y aguerrido, Andretti no volvió siquiera a ganar carreras y quedó en la historia por ese título y no mucho más.

Button, en cambio, tuvo un merecido reconocimiento después de pasar a McLaren, donde su trabajo le permitió ganarse más respeto que el que había obtenido en 2009.

La superioridad del auto fue tal, que el hombre que lo manejaba tuvo poco reconocimiento por su parte. Apenas fue el mejor de los dos pilotos del equipo. Y para ejemplo está el caso de Nigel Mansell en 1992. El Williams FW14B fue tan superior que a fin de año, lo echaron aún con el número 1.

Vettel es quizás un caso que mezcla ambas situaciones. El Red Bull RB7 es un auto que ha combinado el poder de la electrónica con una efectividad aerodinámica notablemente superior al resto.

Obtuvo el campeonato cinco carreras antes de finalizar la temporada, en el mismo año que se introdujeron más soluciones que nunca para generar sobrepasos y cambios de situaciones en pista. ¿Un contrasentido? No, una alarma. Porque quizás sin esas circunstancias, podría haber sido peor aún.

¿Quién se anima a pensar que esto puede cambiar? ¿Qué razón objetiva hay para creer que en las próximas 20 carreras, es decir todo el 2012, no siga siendo superior?

Como dijo Ross Brawn, quizás un cambio de equipo permitiría ver a Vettel en su real dimensión. El día que no tenga el mejor auto…

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