sábado, 15 de octubre de 2011

EL SEÑOR REUTEMANN, QUE PILOTO!


Pasaron 30 años. Y sin embargo, para quienes pasamos los 40, los recuerdos aparecen casi como si hubiera sido ayer. 30 años son tantos como para que las generaciones de pilotos que hoy corren y protagonizan las carreras de autos en argentina, no lo hayan vivido. No sólo no lo recuerden, sino que muchos, no sepan de qué se trató realmente.

Carlos Alberto Reutemann lideró el Campeonato del Mundo de Conductores de 1981, desde la segunda carrera hasta la última. Anecdóticamente, vale decir que en enero se había corrido el Gran Premio de Sudáfrica, en Kyalami, pero por el conflicto político que ahogaba a la F1 entre los equipos ingleses que seguían a Ecclestone y los de la FIA (en aquella época eran FOCA y FISA), la carrera no tuvo puntos. Ganó Reutemann brillantemente, poniendo gomas lisas para largar una carrera en la que al momento del semáforo verde, llovía. La historia hubiera sido otra, pero no fue. 1981 tuvo una carrera menos y Lole tuvo 9 puntos menos también.

El viernes 16 de octubre de 1981 se disputó la segunda sesión de clasificación en Las Vegas, última carrera del campeonato. Reutemann había llegado al frente del campeonato con dos puntos sobre Nelson Piquet. Se clasificó el jueves y el viernes, se corrió el sábado 17. Vale recordar cómo llegaron a esa definición.

Reutemann venía de seis carreras en las que apenas había podido cosechar seis puntos, quinto en Austria y tercero en Monza. Las otras cuatro carreras habían sido un desastre. Motor en Alemania, toque con Laffitte en Zandvoort (error que Reutemann reconoció siempre como propio), y gomas de madera en la lluvia canadiense, habían complicado su campeonato.

La terquedad de Frank Williams y Patrick Head por cambiar las efectivas Michelin por las Goodyear a partir de la octava carrera, en Dijon, habían destrozado el brillante setup del Williams FW07C.

La rebeldía de Reutemann, desobedeciendo la orden del equipo de dejar pasar a Alan Jones para que ganara la segunda carrera del año, en Jacarepaguá, había dejado al argentino sólo dentro del equipo. Nadie en Williams apostaba por sus posibilidades de ser campeón, a pesar de ser el líder del campeonato desde ese día de lluvia en Brasil, hasta la carrera final en Las Vegas.

Sin embargo, como una obra de arte que sólo había podido esbozar en Monza manejando endiablado como nunca se lo vio, Reutemann marcó la Pole Position en Las Vegas, y ese era un verdadero golpe anímico a Piquet, que había quedado cuarto. Detrás de Lole, estaban Jones y Gilles Villeneuve.

Pero el día de la carrera, a pesar de largar delante de todos, el santafesino era un hombre preocupado. La pluma de Don Alfredo Parga en “Los días de Reutemann” detalla con exactitud lo que había pasado. En tanques llenos, había notado que la caja no cambiaba bien las marchas, y al llegar a boxes se lo comentó al equipo, que casi ignoró la sugerencia de revisarla.

Largó en Pole pero ni siquiera pudo doblar primero la curva 1. Pasó la primera vuelta cuarto, aunque Piquet también se había retrasado.

Después, la caja del Williams empezó a fallar y millones de espectadores en todo el mundo, y cientos de miles en Argentina, sólo lo veían perder posiciones sin remedio, como con las manos atadas. En realidad estaba manejando casi con una sola, la otra trataba de tener la palanca para que la tercera no salte.

Cuando lo alcanzó Piquet y lo pasó, sólo quedaba rezar para que no sumara puntos, porque aun empatando, el brasileño sería campeón por mayor cantidad de victorias. Pero Piquet avanzó al quinto puesto y sumó dos puntos. Reutemann cayó al octavo y perdió el título por un punto.
Bajó inmerso en un dolor que no hacía ruido. Se veía en su rostro. Se escuchaba en su silencio. Sólo le dijo al equipo “caja”, agarró su bolso y se fue al Hotel contiguo a la pista.

El equipo Williams festejaba que Jones se despedía de la Fórmula Uno con una victoria aplastante. ¿Le cambiaron el auto? ¿Por qué Reutemann hizo la pole y nunca más pudo manejar el auto normalmente? ¿Lo sabotearon? Incomprobable. Aunque las imágenes hablaban por sí solas.

Un gran piloto, de esos que con su ausencia se hicieron notar más aún, se había retirado derrotado por el destino. “Las cosas estaban escritas”, dijo en ese maravilloso libro que retrató a un deportista cabal.

Después de un verano plagado de llamados, Frank Williams lo convenció. Reutemann volvió en Kyalami y brilló, terminando segundo en el templo de los turbo, sin turbo. Demostró que su espíritu seguía intacto. Su talento también. Su corazón, no. Por eso en Brasil, abandonó y ya no volvió a subirse al FW07.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con la nota. Y era una época en que la F1 estaba llena de "pesos pesados"!. Aún hoy no se lo valora en su justa dimensión.

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  2. Excelente mirada histórica Diego. El Lole ha sido un grande entre los grandes, no solo como piloto sino como hombre. Solo el tiempo pone las cosas en perspectiva y les da su verdadera dimensión. Los que pasan el medio siglo de vida y en permanente contacto con el mundo motor han podido compararlo y comprenderlo. Quedan como siempre algunas "fotos". La toma de aire y quedada sin nafta en Buenos Aires... las famosas "oteadas" del horizonte bajo las nubes para elegir las mejores gomas con el olfato de hombre de campo... la "vendetta" del equipo con la tuerca floja en la caja... y la dignidad de un hombre capaz de subirse a un auto y jugarse la vida como lo hacían en aquella época, así como para bajarse de donde sus principios marcasen como conveniente. Un "SEÑOR" como pocos... como bien marcás en tu nota. Como siempre, lo mejor.

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