miércoles, 11 de mayo de 2011

CUANDO EL LOBO NO ESTA...


Increíblemente, el año que tendría que haber sido el más fácil, terminó siendo el más complicado. Las campañas preelectorales han llegado al automovilismo, y lo que parecía una bendición, de a poco se ha transformado en un verdadero dolor de cabeza.

Armar un calendario en diciembre o enero parecía difícil porque no se sabía que autódromo descartar de tantos que proponían carreras. Ahora es difícil porque no se sabe donde correr.

Hugo Paoletti tuvo que improvisar a pocos días de correr en Viedma porque el dinero prometido para la carrera no apareció. Apenas una carrera después volvió a improvisar una pirueta en el aire, para caer parado ante el desastre de Mendoza, que tenía fecha para julio, pero no la puede cumplir, porque tiene que terminar el autódromo para que pueda correr el TC, después del papelón que pasaron con el TC2000.

Pero no le pasa sólo al TN. También le pasó al TC2000. Pablo Peón tuvo que descartar el proyecto del callejero en Buenos Aires y correr a pedir el auxilio de Córdoba, porque la carrera alrededor del Obelisco era inviable a un par de semanas de las elecciones porteñas. Imaginemos tan sólo lo que podría haber significado el caos de tránsito (y ni hablar algún accidente importante) en las calles porteñas, afectando el humor del electorado de la ciudad de Buenos Aires.

También tiene la preocupación de Rosario, que está todavía asignando la licitación para la reconstrucción del autódromo, y tiene fecha para la primera semana de octubre.

Para Oscar Aventín no es sencillo tampoco. En el caso del TC, el problema es que genera el interés de los gobiernos, municipales o provinciales, pero después tiene que correr detrás de los plazos de obra, porque el TC encanta a los gobernantes, que se maravillan de ver una multitud de fiesta alrededor de una pista, consumiendo en sus ciudades durante cuatro o cinco días, pero el monto que deben invertir es grande también, y no todos llegan. Casi se cae la carrera de Posadas, que pudieron “levantar”. Están en plena obra las de Alta Gracia, Balcarce y Paraná. Se espera que todas lleguen a tiempo, aunque Córdoba no figura entre las fechas que Aventín mencionó en Termas como confirmadas. Pudo anunciar que se correrá en Junin, acaso el único nuevo que no tiene que ver con las elecciones, porque se viene trabajando desde hace dos años. Ah, y falta Río Gallegos, que espera por una vacante antes de octubre, por supuesto. Todo gira alrededor de lo mismo. Especial interés de gobiernos locales, previos a una elección.

Las preguntas son inevitables. ¿Qué quedará al final del día? ¿Podrán terminar todas las obras a tiempo? ¿Qué pasará con los autódromos que dependen de la decisión política, si el gobierno de turno llega a perder en las urnas?

En el medio de esto, el desgobierno. Y acá no hay un problema electoral. El problema es otro. El ente rector del automovilismo argentino sigue dejando lugar a que cada uno haga y deshaga. Entonces las categorías terminan eligiendo donde correr y en qué condiciones. Y en esa libertad de acción aparecen carreras que no deberían correrse.

Caso emblemático número uno: San Martín, Mendoza. Carrera de TC2000 del 1 de mayo.
Se corrió en una pista que no estaba preparada, que quizás termine quedando bien algún día, ojalá para el TC, pero que no lo estaba en la fecha de la competencia. Y el problema es de autoridad. Porque si por negocio o necesidad política se hace una obra mal, no puede ser que se haga la carrera de todos modos. Al menos no debería ocurrir.

Una persona que dice estar relacionada a un dirigente mendocino, tuvo el desatino de escribir en una red social, algo muy preocupante. Si fuera cierto, sería el reflejo exacto de la situación que se vive: “El domingo pasado, se firmó el convenio para repetir en el Pena (el nombre del autódromo), esté como esté el circuito, porque es la tercera taquilla del país en TC2000.”

Esto es lo que pasa. Ni más ni menos. Entonces caen otras preguntas inevitables. ¿Da lo mismo hacer las cosas bien que hacerlas mal? ¿Cuál es el premio para quienes trabajan como corresponde en seguridad e infraestructura?

Caso emblemático número dos: La Rioja, el año pasado. Se hizo una obra muy costosa. No era preelectoral, sólo parte de una política muy loable, de llevar eventos deportivos de alto nivel a una región que los había perdido hacía décadas.
La obra se hizo bien a medias. El piso estuvo bien, ancho, liso, seguro. El perímetro se hizo muy mal, y el paredón que acompaña el recorrido completo de la recta principal no era de hormigón armado, sino simplemente de cal y arena con una malla metálica de encofrado. Tuvo que producirse un accidente para que la pared se cayera y desnudara su estructura interior.

¿Hubo sanción para el autódromo? No. Por supuesto se lo desafectó, pero menos de un año después, el próximo domingo 15 de mayo, vuelven a tener una carrera nacional. ¿La pared? Dicen que la reconstruyeron completa y ahora está bien. Esperemos que alguien haya inspeccionado la obra, esta vez con un poco de mayor celo.

Sería atinado que alguien tome nota. Los límites se pueden empujar un poco, la excusa de “es un deporte de riesgo” puede amortiguar el impacto de algunos accidentes. Pero se juega una ruleta rusa, y ya sabemos cuál puede ser el final.

Volviendo a lo del comienzo. En un año en el que el automovilismo debería disfrutar del interés político por las carreras, el desgobierno de la autoridad deportiva nacional, puede arruinarlo todo.

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