domingo, 1 de enero de 2012

QUEDA UNA MOTO VACÍA


Empezó la más difícil de las carreras del mundo motor, el rally Dakar. Algo más que una carrera, un verdadero desafío de resistencia para los hombres que intervienen.

La primera era una etapa atípica, muy larga en tiempo porque tenía un enlace de 763 km entre Mar del Plata y Santa Rosa, pero a la vez muy corta en la extensión de su especial, apenas 57 km de velocidad.

Largaron de Mar del Plata, fueron hasta Necochea por ruta y allí comenzaron el tramo de velocidad, un aperitivo apenas comparado con las extenuantes etapas que esperaban a los pilotos más adelante.

A sólo 2 kilómetros y unos pocos metros más de la llegada, Jorge Martínez Boero venía en una recta arriba de los 130km/h y fue sorprendido por un montículo, una especie de lomada. La moto picó y se fue hacia el costado, cayendo aparentemente en una especie de zanja, golpeando contra un montículo de tierra, típico de las entradas de tranqueras a los campos.

El impacto fue tan fuerte, que un testigo contó en la radio que lo vieron volar casi tres metros hacia arriba. Cayó y volvió a volar, para caer y quedar inconsciente en el piso. Lo socorrieron los espectadores, paró un piloto, y después otros más. En menos de cinco minutos llegó el helicóptero sanitario de la organización. Le hicieron maniobras de resucitación y lo cargaron para trasladarlo al Hospital de Mar del Plata. Falleció en el camino. Tenía un trauma severo de torax.

De pronto todo cambió de color. El Dakar se cobró una vida otra vez. Desde 1978, su primera edición en África, es el 24to. participante fallecido en carrera. Alrededor de los rallyes Dakar, fuera de la competencia propiamente dicha, ha habido otros accidentes fatales también que elevan la luctuosa cifra a 57, incluyendo el que le costó la vida a su creador, Thierry Sabine, en 1986, cuando la aeronave que lo trasladaba se precipitó a tierra con otras cuatro personas.

De los 24 pilotos fallecidos, siete fueron tripulantes de un auto o camión. También murieron dos pilotos de camión por atentados terroristas en África. El resto, los restantes 15, fueron motociclistas.

Siempre se comenta que en los Dakar, son los motociclistas los verdaderos héroes. De hecho el número 1 es para una moto y no para un auto, que suele ser la categoría en la que se presentan las mayores inversiones de sponsors y equipos de fábricas automotrices.

Las motos son el espíritu mismo de esta carrera. Y los pilotos lo saben. En 2005, todavía en África, falleció el italiano Fabrizio Meoni, uno de los más famosos y talentosos pilotos de la época, que había ganado las ediciones de 2000 y 2001. En el primer Dakar sudamericano, el francés Pascal Terry fue la primera víctima en nuestras tierras, también en una moto.

Son quienes más temprano salen cada día con las primeras luces del sol, es para permitir que puedan correr con la menor temperatura posible por lo expuestos que están. Son quienes van parados sobre los pedalines casi todo el día, con un esfuerzo físico tremendo. Son quienes ante el primer accidente topográfico inesperado, pueden salir volando. Son hombres a los que muchas veces se los trata de “locos”, pero son apasionados de las dos ruedas. Una auténtica forma de vivir.

Quienes lo conocían a Jorge Martínez Boero (h), dicen que aunque su padre corrió en autos, era el famoso y recordado “Gaucho” de Bolivar, campeón de Turismo Carretera en 1982, a él le gustaban las motos y el Dakar puntualmente, como vía para encauzar su pasión por la velocidad.

No tardaron en aparecer los críticos del Dakar, e incluso los que se preguntaron si ahora se iba a criticar a esta carrera como se criticó al Turismo Carretera cuando falleció Guido Falaschi.

Humildemente aporto mi opinión. No tienen punto de comparación un accidente y otro. Nadie quiere muertes en deporte motor alguno, desde ya, pero hay accidentes que pueden ocurrir y otros que no deberían. Andar en moto es peligroso. Correr en moto es más peligroso, y el ejemplo lo dio el accidente de Marco Simoncelli en Moto Gp este año. Las carreras de motos en un Rally Raid son más peligrosas aún. ¿Qué más se puede decir?

Nota: La foto de la moto de Martínez Boero en el control horario del final de la etapa, custodiada por Gendarmería Nacional, pertenece a Ricardo Demateo Valle.

2 comentarios:

  1. DESGRACIADAMENTE ES UN RIESGO SIEMPRE QUE SE INVOLUCRA VELOCIDAD Y MOTORES, PERO QUIENES SOMOS CONOCEDORES Y AFECTOS A LAS COMPETENCIAS YA SEA EN PISTA, CALLE, TERRACERIA, AGUA O AIRE NO PODEMOS SINO ACEPTAR QUE ES PARTE DE LA ESENCIA DE LA PASION POR EL DEPORTE, Y TOMAR EJEMPLO DE QUE NO PODEMOS DAR POR HECHO NI CONFIARNOS NUNCA NI EN COMPETENCIA NI EN LA VIDA COTIDIANA, Y SON LAS ESTAS LAS EXPERIENCIAS QUE DIA A DIA HACEN QUE EN LA COTIDIANIDAD EXISTAN MEJORAS APLICADAS AL USO COMUN.

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  2. El DAKAR es en si mismo una especia de ruleta rusa. Atractivo, deliberadamente peligroso, y quienes "se suben" saben muy bien lo que están haciendo... lo que no quita que el arma esté cargada y algún tiro le pegue a alguien.
    Si el turismo carretera con demasiados participantes (unos 50) en cada final es peligroso, desde el punto de vista matemático y de la diversidad de tipos de máquinas que confluyen en un mismo lugar y que encima es cualquier cosa menos "controlado" y "perfectamente seguro"... el DAKAR introduce una pregunta: ¿Cuántos serán los muertos? Es un tema de número... de transitar por terrenos con tantas sorpresas que es imposible prevenir... Apenas se puede curar cuando la suerte acompaña al/los accidentado/s.
    En un número tan alto de personas que acompañan el Rally tanto dentro como por fuera de la carrera, es imposible que no sucedan desgracias. No hay organización que pueda prever todas las contingencias. Apenas tratar de paliarlas. Me atrae la competencia y las historias humanas de sobreponerse a las adversidades y problemas. Me duelen las desgracias cuando un participante, público o asistente pierde su vida. Así y todo participaría si pudiese. Es la esencia de la vida.

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