lunes, 16 de enero de 2012

DAKAR: LA MISMA MAGIA CON UN SABOR DISTINTO


Terminó otro Dakar. El cuarto en nuestras tierras, el primero que no terminó en Buenos Aires. La cantidad de sensaciones que quedan están mezcladas todavía. Por un lado la fascinación y el magnetismo que siempre generó, por otro la sensación de algunas cosas que no nos terminan de cerrar. ¿Somos nosotros que nos sentimos medio vacíos o el Dakar lo habrá sentido también?

La aventura volvió a ser extrema, incluso más que las tres anteriores. Hasta ahora, todos coincidieron en señalar que el Dakar 2010 fue el más duro de los tres que se había corrido entre Argentina y Chile. La dimensión de los desiertos y las montañas de arena del desierto de Atacama habían cautivado a todos, no parecía posible que algo lo superara. Pero apareció Perú, y fue peor aún. Las dunas eran más altas aún, y la arena más fina. Los guadales o “Fesh Fesh” fueron puestos en el mismo plano de igualdad por expertos, con los de Mauritania, dicen, los más difíciles que transitó un Dakar en su historia de casi 30 años.

La carrera no fue un boucle que empezaba y terminaba en Argentina, fue lineal, como en los Dakar originales que salían de París y terminaban en el Lago Rosa, cerca de Dakar, en Senegal.

Se recuperó algo de mística en ese aspecto. Perú conoció la carrera y la carrera conoció Perú. Recién se conocen, tendrán que hacerse amigos. Argentinos y chilenos quedamos maravillados con paisajes que no conocíamos de la tierra Inca, pero también quedamos con una extraña sensación de vacío.
Las imágenes de la TV no mostraron tanta pasión ni clima de júbilo, sin embargo muchos pilotos dijeron que fue una fiesta en Lima. Quizás nuestra sensación sea equivocada porque estamos lejos, o porque nos sentimos un poco dolidos y nos cuesta aceptarlo. A esta carrera la considerábamos nuestra y ya no lo es tanto.

A los argentinos nos faltó la locura de la llegada. Nos quedó pendiente recibir a nuestros héroes con aplausos, bocinazos, gritos, ovaciones, y kilómetros de rutas con gente parada sólo para saludar a los sobrevivientes del Dakar. Nos quedamos con las ganas atragantadas, con la pasión encerrada. El argentino se estremece con un motor de competición, eso es algo que en pocos lugares de la tierra ocurre. Los vimos irse y con el correr de los días empezamos a sentir bronca porque no regresarían.

Saber que el año próximo no largarán ni llegarán en nuestras tierras nos hace peor. Pero el Dakar se ha ganado un lugar en nuestro corazón durante la primera quincena de cada año, y nadie lo sacará.

¿Cómo lo viviremos en 2013? ¿Cómo haremos para estar cerca si la carrera entra por Jujuy, pasa Salta y Tucumán, y tras Fiambalá se va para Chile? Recién termina el Dakar y ya queremos que empiece el próximo…

1 comentario:

  1. Estimado Diego: La sensación de vacío y pérdida es real. Más allá de nuestro amor y pasión fierrera como argentinos, me parece que el DAKAR sin la gloriosa partida y llegada en Buenos Aires pierde valores intrínsecos a una "fiesta grande" tanto para corredores como para apasionados... sin mencionar a los Sponsors...
    El cierre en Perú me pareció pintorezco por las costumbres locales, pero se notó demasiado que esas costumbres no incluyen la resolución periodística de hechos de esta magnitud deportiva. Tanto periodistas como personajes no deportivos con acceso a los micrófonos hicieron un pobre papel. Una lástima.
    Como argentino me quedan varias cosas en el tintero, o mejor dicho en el pasivo. La muerte siempre presente es una. La poca o ninguna importancia que se le dio durante la carrera al mejor argentino en autos a lo largo de toda la competencia es algo que me parece imperdonable pues se corrige simplemente con mirar la realidad y contarla.
    Si bien el sponsoreo entendible y la simpatía por los pilotos de "La legión" tienen un peso específico propio, el desdén y el poco respeto mostrado por un "particular" como Lucio Alvarez, solo pareció rendirse frente al resultado final. Una lástima. La vida y el deporte, deberían ser mucho más que dinero y publicidad. La esencia corre riesgo de perderse.

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