martes, 20 de diciembre de 2011

INVESTIGACION: MENTIRAS Y VERDADES SOBRE EL AUTO DE ORTELLI EN BUENOS AIRES


El final del campeonato de Turismo Carretera en Buenos Aires no tuvo el brillo que se merecía la instancia deportiva. Los 12 pilotos que habían entrado a la Copa de Oro hubieran llegado a la última carrera con posibilidades matemáticas de pelear por la corona. Faltaba Guido Falaschi, naturalmente, y a su dolorosa ausencia, que ya ensombrecía todo lo que ocurriera en el autódromo de Buenos Aires, se sumó la de Néstor Girolami, quién decidió no correr.

Sin embargo, de los diez que quedaban, y siempre considerando que los que más lejos en puntos estaban eran candidatos pero “ad referéndum” de la performance de los líderes, fue sorprendente encontrar a varios en un nivel inferior al esperado y acostumbrado.

Mauro Giallombardo y José María López fueron quienes peor parados cayeron. El primero con un agravante, el de los 30 kilos de lastre por ganar en la carrera anterior. Ninguno pudo encontrar nunca la velocidad motriz o mecánica de sus autos, incluyendo un cambio de motor que no resolvió nada en ninguno de los casos.

Gabriel Ponce de León y Lionel Ugalde, con la difícil misión de ganar si o si, no pudieron rendir como sí lo habían hecho en esta misma pista en otras oportunidades siendo los autos a batir en 2010 y 2011. No ser candidatos a la victoria los excluía automáticamente.

Jonatan Castellano y Juan Marcos Angelini tenían en contra un auto impredecible uno, y pocos puntos el otro. Mariano Altuna, un auto poco regular que no fue constante a la hora de la verdad, y Omar Martínez tenía lo que se sabía, no más que eso, suficiente para estar cerca, pero cargando los 30 kilos de la victoria de La Plata, que no habían caído bien ya en Balcarce.

Pareció natural entonces, que Matías Rossi y Guillermo Ortelli, en ese orden por cómo llegaron a la última carrera, dirimieran entre sí un duelo que tenía muchos más componentes que una simple pelea en pista por una posición. Vale la pena poner las cosas en perspectiva histórica entonces.

A comienzos de año, Ricardo Gliemmo era el Director Técnico de ambos equipos. El JP y el Dole. La solidez de Ortelli y Rossi en la primera mitad del año fue tal, que aún sin ganar, el multicampeón de Salto aparecía claramente como el piloto a vencer, y el de Del Viso, como el gran retador. Después de Rafaela, ambos equipos tomaron decisiones técnicas para separar las aguas. Estaba “cantado” que pelearían por la corona, aunque probablemente nadie imaginaría que esa definición sería mano a mano entre ellos en la última carrera del campeonato. El equipo de Rossi dejó de usar los motores de Laborito, y el de Ortelli dejó de usar los servicios de Gliemmo.

Ambos padecieron esos cambios y perdieron muchos puntos intentando reemplazar de la mejor manera al hombre que se había ido. Tan pareja fue esa pelea, que llegaron a la carrera final, separados por medio punto…
En la pista se batieron como dos guerreros. Tuvieron un encuentro de carrocerías, de esos que Rossi suele proponer cuando ataca, y que Ortelli aceptó y acompañó cuando se hizo efectivo.

Rossi corrió toda la serie y la Final con el mismo tren de neumáticos, que había sido muy superior el viernes en la primera tanda, en desmedro del otro juego, que el sábado le impidió mejorar su tiempo. Su carrera fue de exigencia constante desde la mañana, pasando autos en serie y final, pero llevando al cacho a un compromiso crítico. Quizás por eso cuando Juan Manuel Silva ya había abandonado, Ortelli se le empezó a ir sin que pudiera hacer nada.

Pareció que el motor de Fabio Martínez no tenía la velocidad del de Laborito, pero el propio Ricardo Gliemmo confirmó después que era un problema de puesta a punto para esa condición de caucho sobre exigido que tuvo Rossi, y no un problema de motor.

Por eso cuesta entender que se hayan dicho tantas cosas en los días siguientes respecto a la Verificación Técnica post carrera. Se leyó y escuchó que el motor de Ortelli había dado 9,5:1 de compresión, cuando el reglamento para todas las marcas es de 9,2;1.

Se dijo que después de varios minutos fue nuevamente medido y había entregado una compresión de 8,5:1. Y se agregó que el motor de Emiliano Spataro, también preparado por Johny Laborito y ganador de punta a punta de la final, había dado 8,7:1.

También se dijo que alguien había cuestionado que no se lo excluyera a Ortelli por tener una cremallera de dirección “no homologada”, y hasta que se había pedido que se midiera la altura de la cola de su auto, porque se sospechaba que estaba pasada en 50mm.

De esos rumores se agarraron los detractores de Ortelli, o allegados a alguno de los nueve pilotos que no pudieron ganar el título de Turismo Carretera.

Aquí algunas respuestas:

Los motores se empezaron a medir bastante más tarde de lo habitual porque en el box de la técnica, como en casi todo el autódromo, no había agua para enfriar los motores, debido a la rotura de un caño maestro el jueves, cuando todo el TC ya estaba instalado en el Gálvez. De hecho, eso explica por qué no hubo agua en los baños de las tribunas, de lo que se quejó mucha gente. Además, la técnica se hizo debajo del podio, en el box 1, lo que impedía que pudieran abrir las persianas por un buen rato, mientras duraron los festejos del campeonato, que se prolongaron más que los festejos normales.

El orden de medición fue Rossi, Martínez y Ortelli. Después el resto. Los motores de Rossi y Martínez dieron un valor cercano al límite de 9,2:1. El de Ortelli midió en la primera medición, 8,9:1 y 9,0:1 en los dos primeros cilindros. Mientras se hace la medición de compresión, dos grandes display en el recinto de la técnica, marcan los valores que se van midiendo constantemente. Como siempre, todos los preparadores y representantes de los autos que se están revisando, están presentes en el lugar observado todo.

No hubo denuncia contra el auto de Ortelli. Ni por la cremallera de dirección ni por los 50mm.. De hecho, antes del accidente de Balcarce, Guillermo Kissling había rediseñado completamente la geometría de dirección y la de suspensión del tren delantero del Chevrolet de Ortelli. Se cambió todo.

Se habló del candidato que la ACTC quería que fuera campeón. Se dijo que era porque si Ortelli era campeón igualaba a Juan María Traverso, en un momento en el que “El Flaco”, está parado otra vez en la vereda de enfrente a la de la dirigencia del TC. Como si igualar a Traverso significara minimizar en algo lo que el ramallense hizo en el automovilismo argentino. Humildemente, uno piensa que es un disparate.

Se dijo también que Ortelli había tenido una ventaja porque fue autorizado a dar diez vueltas en la semana previa a la carrera, para verificar que las reparaciones del auto después del accidente de Balcarce, estuvieran bien hechas. El año pasado, Lionel Ugalde se pegó en La Plata en la penúltima fecha y no fue autorizado a un ensayo mínimo para comprobar que todo funcionara correctamente. Este año, cuando Diego Aventin y Gastón Mazzacane se accidentaron en Termas de Río Hondo, fueron autorizados a probar antes de la siguiente carrera. Como siempre, se dijo que era por ser hijos de los dos máximos dirigentes de la ACTC, pero la respuesta fue que después del caso Ugalde, la ACTC decidió corregir esa decisión por considerar que no representaba una ventaja, y reglamentó la posibilidad de hacer una prueba mínima para autos dañaros seriamente en la carrera anterior.

Pero lo más curioso del caso Ortelli, fue que el mismo día que él estaba probando su Chevrolet en La Plata, también estaba girando Agustín Canapino, con el auto construido y atendido por Ricardo Gliemmo y el JP Racing, que le cedieron para que reemplazara circunstancialmente al suyo destruido en Balcarce. La prueba que estaba haciendo Canapino nadie la cuestionó.

Con la misma metodología del rumor, se imaginó también que la vuelta de Ortelli fue pisando afuera de los pianos el viernes y que se prohibió hacer eso desde el sábado para que nadie pueda bajarle el tiempo. Vale decir que el sábado, sin pisar los pianos, Ortelli hizo el segundo tiempo de su tanda por apenas centésimas.

Y llegamos al comentario que más circuló. Indicaba que el motor de Ortelli era el único de Laborito que funcionó bien en Buenos Aires para asegurarle la consagración. Hace rato se comenta que el motor número 10 del preparador de Dolores es el mejor. Que es ese que echa humo cuando se rebaja en algún tipo de curva. El motor 10 lo tuvo Agustín Canapino. Pareció que la mística quedó olvidada, porque nadie mencionó el tema después de la carrera.

Pero respecto a los motores de Laborito y esa supuesta merma de rendimiento de todos sus impulsores salvo el de Ortelli, habría que recordar que los motores se sortean, y la única forma de intervenir en su funcionamiento una vez colocado en el auto, es modificando el punto de encendido. Claro que si Laborito hubiera hecho eso en los motores de López, Altuna, Ponce de León y Giallombardo, además de arriesgar la integridad mecánica, hubiera puesto en riesgo la continuidad de sus clientes por alta traición. Imaginemos el esfuerzo por llegar a la última carrera con posibilidades de ser campeón para todos los equipos, y que el preparador les “tire para atrás” los motores a propósito. Sería escandaloso. Inimaginable para quien escribe.

Ortelli ganó seis campeonatos de Turismo Carretera. Laborito también, seis de los últimos ocho nada menos. Guillermo Kissling participó en la obtención de los campeonatos de Juan Manuel Silva en 2005 y Norberto Fontana de 2006. Y fue el responsable técnico de los autos de Silva y Ortelli, que pelearon y definieron en favor de éste último la inesperada y repentina Copa de Oro en 2008. Hace dos meses llegó al Dole Racing con poco tiempo pero la necesidad de repasar todo el auto y detectar posibles errores o fallas de funcionamiento. Ortelli estaba complicado para pelear el campeonato. Hizo cambios y Ortelli volvió a la punta en Balcarce, la primera carrera desde que Kissling entró al equipo, y fue campeón en Buenos Aires.

Parece mentira que se intente manchar la obtención de un título por parte de estos profesionales, aduciendo ayudas o ventajas, ni hablar de trampas. Vale el ejercicio de preguntar tal vez lo contrario de lo que se acusó ¿Qué le cambiaba a Ortelli, Laborito o Kissling perder el campeonato? Nada. Con lo obtenido, todos ellos están más allá de los resultados.

Matías Rossi había sido el más rápido en el entrenamiento del viernes pero al momento de clasificar perdió una vuelta por un trompo delante suyo y la siguiente porque se rompió la bomba de combustible. El sábado, el segundo juego de gomas no fue como el anterior y no pudo mejorar. El domingo hizo una serie enorme, y una final más grande aún, como se dijo antes, todo con el mismo set de neumáticos. Quedó a un puesto, quizás a una maniobra de ser campeón. ¿Qué hubiera pasado entonces con los rumores sobre Ortelli?

Las pruebas previas no hubieran sido ilegales. El motor suyo no hubiera sido el único bueno, sino que Laborito habría fallado con todos sus candidatos. La compresión hubiera sido normal, y hasta quizás demasiado baja respecto a sus rivales, y la cremallera no se hubiera puesto en duda…

Pasó una semana de ese domingo de TC en Buenos Aires. El tiempo que demoró un periodista en verificar cada dato, cada detalle que fuera posible conocer. Para escribir esta nota y las respuestas que se obtuvieron, se habló con todos los involucrados. Se cotejaron datos y se verificaron cruzándolos con distintos involucrados en cada tema. Se puede desconfiar, se puede pensar que todos mintieron, sería una barbaridad que así fuera. Me da para pensar que si una mente fuera capaz de planificar todo lo que se enumeró con semejante precisión, y todo le salió a la perfección, estaríamos ante una mente brillante.

Prefiero creer que algunos miran muchas películas de espías...

2 comentarios:

  1. Estimado Diego: Si hay algo que no le entra en la cabeza a ninguno que sepa algo de la gente tuerca y sus valores, es dudar de la hidalguía de Guillermo Ortelli... así como también de lo que significa Kissling a la hora de hacer su trabajo con toda seriedad y en un ambiente en que se lo respete.
    Dentro de un año triste, lo mejor que pudo pasarle al TC es la coronación de un hombre como Guillermo. Un gran contraste entre profundos valores por su lado y la triste ausencia de los mismos por parte de los dirigentes.
    Tengo un profundo respeto por Matías, un hombre con pasta de campeón y mucho para dar. Pero cuando a hombres como Guillermo Ortelli o Norberto Fontana se les corta una mala racha y vuelven a contar con un medio apto, esas coronas tienen un especial significado, al menos para mi.
    Te dejo una frase corta pero profunda: Los rumores son llevados por hipócritas, difundidos por tontos, y aceptados por idiotas.
    El trabajo serio tras una onvestigación periodística, es hecho por Señores Periodistas como vos.

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  2. Estimado Diego: me quedé pensando en “la mente brillante”. Podés sin dudas quedarte tranquilo respecto a esto. Si hubiese alguna mente brillante en un lugar desde donde poder digitar con éxito semejante estrategia, seguramente serían capaces de hacer las cosas bien dentro de la categoría. Lamentablemente los hechos marcan absolutamente lo contrario. No hay mentes brillantes. Tras este resultado hay solo tesón, garra, calidad y capacidad de trabajo de gente honesta.

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