domingo, 25 de diciembre de 2011

CLIMA DAKAR, CAPÍTULO 2: 2009 - ESA TRIPULACIÓN QUE TODOS CREÍAN ITALIANA


Terminar el Dakar es todo un premio. Es el premio mayor para la gran mayoría de los que corren. El sábado más de uno pensaba que no tenía sentido dejar pasar todo ese día para hacer la premiación recién el domingo, porque el clima no iba a ser el mismo.

El domingo, cuando la caravana pasó por la rampa desde las 10 de la mañana hasta las 18, se comprendió perfectamente la razón para esperar un día. Es que no se trata de premiar a los ganadores, sino de premiar a todos. Y a diferencia de otras carreras de autos o motos, donde quienes no ganan no festejan demasiado, en el Dakar, llegar es como ganar. Todos, absolutamente todos, festejan como si hubieran vencido.

Por eso, cuando los flashes de los medios masivos se habían retirado de la rampa para emitir el material al mundo entero, todavía quedaban muchos héroes haciendo fila para subir a recibir la medalla, el aplauso y esos dos minutos exclusivos para desatar la euforia.

Pasaron todos. Algunos se destacaron por su efusividad. Hubo quienes pidieron el micrófono e intentaron su agradecimiento al público argentino en castellano. Checos, franceses, rusos, portugueses, alemanes, japoneses, los simpáticos holandeses. Algunos dijeron algo como “Bravou… Bravou…”, o “Grracias Aryentina…”. Otros, que no se animaban a hablar en español, lo hicieron en francés o inglés, y Laura Cerezo, la simpática y siempre presente cordobesa que condujo las premiaciones de los Dakar entre 2009 y 2011, traducía, logrando el aplauso de la gente en las gradas.

Pero hubo uno que puso “la piel de gallina” a todos. Fue Juan Pablo Rodriguez, navegante del italiano Gabriel Peschiera, quienes corrieron con un Toyota. Peschiera vive en Chile, pero corrió con la bandera de su país en pintada junto a su nombre en el auto. Rodriguez es chileno y había logrado llegar mejor ubicado que ningún otro piloto de su país, pero nadie lo había notado, camuflados tal vez por la nacionalidad del piloto.

En la rampam Rodriguez estaba exultante. No se aguantó y pidió el micrófono. Entonces las palabras le brotaron espontánea y emocionadamente. “Hola a todos. Estoy muy pero muy feliz de estar acá. Somos chilenos y cumplimos nuestro sueño. Somos los mejores chilenos clasificados…”

Entonces se le quebró la voz por unos instantes, y una vez que tomó aire, entre sollozos prosiguió: “¿Y saben qué? Somos cuatro, sólo cuatro haciendo todo con un enorme esfuerzo viejo!! Cuatro, como las ruedas que nos llevaron al final del Dakar… Gracias por esto. Viva Chile carajo!!”, y ya no pudo seguir hablando.

1 comentario:

  1. Tenés un hermoso don, Diego: Transportar con tus palabras a quienes te leen, al tiempo y lugar en que transcurrieron los hechos que vas narrando. Como decía mi abuelito, lo que Natura non da, Salamanca non presta. Es algo que has recibido como un don y luego mantenido y acrecentado con la calidad de tu esfuerzo. Un abrazo.

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